sábado, 3 de marzo de 2012




Los ojos, lámparas del cuerpo
 
Belkis Cuza Malé
 
    Los cubanos tenemos un refrán que expresa muy bien lo que quiero decir aquí: " Hay ojos que tumban cocos".  Nada más cierto.  Y para contrarrestar el llamado "mal de ojo", se usaba un azabache negro sobre la ropa de los recien nacidos. Había que mantener a raya esos ojos, los ojos del Maligno.  
    No estaban desacertados los que conceden poder a los ojos, la energía que emana de éstos puede ir cargada de buenas o malas vibraciones.  Ya sabemos que somos pura energía en movimiento y los ojos son, como se dice, el espejo del alma. ¿Acaso no podemos reconocer el rostro de una persona malvada por sus ojos? ¿O los ojos tiernos de los niños? ¿O los de un enamorado ante la presencia del objeto amado?  Ya sabemos que hay ojos que expresan lujuría, u odio. Hay ojos envidiosos y ojos traidores, y ojos asesinos.  La mirada puede actuar pues como una caricia o como un cuchillo.
    Lo cierto es que a través de los ojos sale de nosotros una fuerza poderosa que se nutre de la mente y del corazón. Los ojos, dice el Apostol  Pablo, son la lámpara del cuerpo, por tanto hijos de la luz somos, de esa luz que nos alumbra en Cristo.
    Pero los que no llevan la luz con ellos y viven en tinieblas tienen ojos siniestros capaces de destruir con su energía negativa o de provocar la enfermedad o la miseria en otros.  Son los ojos que acarrean la maldición.
    Pero de igual modo podemos crear cosas buenas con nuestra mirada y bendecir las cosas, como nos enseñó Jesucristo. a través de su palabra. Los ojos buenos son capaces de sanar resquemores entre dos personas, enviar bendiciones, y sembrar amor.
    Con la mirada visualizamos también lo  deseado y somos creadores de nuestra realidad. Es lo que hemos estado haciendo desde qie abrimos los ojos: crear, crear. Para bien o para mal.
    Un bosque, una hoja, una flor, un árbol crecen bajo nuestra mirada, se secan o florecen dependiendo del modo en que los miremos.  Un jardín desarreglado es el resultado de nuestro desinterés, de nuestra mirada empobrecida, negligente. Todo lo que se beneficia de nuestros ojos se vuelve resplandeciente, ya sea un objeto o una relación amorosa. Lo que desatendemos es sólo porque le hemos quitado el ojo de encima, como dice ese otro refrán  popular: "El ojo del amo engorda al caballo".  Por tanto, los ojos son un arma poderosa, aliados, que han de servirnos para estabilizar nuestra vida y hacer que triunfemos en lo que nos proponemos. Bastará con derramar amor sobre lo que contemplamos.
    Por tanto, queridos lectores, pongamos amor en todo lo que hagamos, de modo que nuestra mirada sea conductora de esa energía positiva y nuestra vida misma se beneficie con la fuerza interior que emana de los ojos, lámparas de Dios.
 
Nota:  Les invito a que me comenten este artículo y me llamen para compartir sus emociones, problemas y sufrimientos. Oraré por ustedes, y si lo desean les hablaré las palabras proféticas que tenga para cada uno.  Dios los ama, recuerden.
Llámeme a cualquier hora al (786) 975-5709.   O escríbanme a BelkisBell@Aol.com. Gracias y bendiciones.
 
El amor es una fuente inagotable de Dios
 
Belkis Cuza Malé
 
        Si usted estaba esperando flores y nos las recibió, si no tuvo una llamada de alguien amado, si el Día de San Valentín su corazón pareció encogerse de tristeza, asome un minuto el rostro al aire puro de la noche y piense qué anda mal en usted, por qué ha olvidado que Dios es amor y que tiene un plan para su vida. Respire profundo y lea 1 Corintios 13, allí están escritos los versos más hermosos sobre el Amor que usted pueda haber imaginado, y los escribió el Apostol Pablo. .
        Aquí van esos versos, recítelos varias veces y sienta que Dios le está enviando un mensaje profundo:
        EL Amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidiea; el amor no es jactancioso, no se envanece: no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdfadTodo lo sufre, todo lo creem todo lo espera, todo lo soporta.
        El amor nunca deja de ser; pero las profecías se3 acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
        Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
        Cuando yo era niño hablaba como niñom pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
        Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero ent5onces conoceré como fui conocido.
        Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
        El amor comienza por casa, por el respeto y la consideración al otro, por la atención adecuada a los miembros de la familia.  Un hogar limpio, donde se sirva la comida a la mesa y se sienten todos a ésta, donde los hijos obedezcan a los padres y los padres siembren la semilla del amor y el respeto en sus hijos no puede fallar, no puede más que hacer de estas criaturas ciudadanos de primera, es decir, gente amorosa para con ellos y con los demás seres humanos.
        La siembra del amor resultará en una cosecha abundante de buenas cosas. El amor es una manifestación en menor escala del que siente Dios por cada uno de sus hijos. Un regalo a los seres humanos que muchos han dejado de apreciar.
        Cada día son más los divorcios, éstos aumentan como plagas en nuestra sociedad. Aumentan las familias desintegradas porque la madre trabaja un largo horario, y ya nadie se sienta a la mesa a comer en familia.
Necesitan el dinero para comprar cientos de cosas que luego tirarán a la basura sin compasión, para ir y comprar otros más nuevos, y así hasta el infinito. Esta es la falta de amor hasta por las cosas que tanto trabajo nos costaron obtenerlas, porque todo se desecha por falta de amor.  Ya nadie repara nada, ni un radio ni un televisor.  Menos un teléfono o una licuadora.  A  la basura, a la primera dificultad.  Y acto seguido nos vamos a la tienda por uno nuevo.
        Si la gente no se ama, si no regresamos al amor, si las parejas no se respetan, el mundo se irá en picada, cada día más y más.  No sólo no está de moda amarse los unos a los otros, sino amar a Dios. Los creyentes son tildados de la peor manera y lo que reina es la vulgaridad y lo que aumenta son los que desafían las leyes del amor y la convivencia.
    Dios es Amor, Dios es luz.  Volvamos a Dios, salgamos de las tinieblas antes de que sea demasiado tarde.
 
Nota:  Les invito a que me comenten este artículo y me llamen para compartir sus emociones, problemas y sufrimientos. Oraré por ustedes, y si lo desean les hablaré las palabras proféticas que tenga para cada uno.  Dios los ama, recuerden.
Llámeme a cualquier hora al (786) 975-5709.   O escríbanme a BelkisBell@Aol.com.  Gracias y bendiciones.