miércoles, 9 de junio de 2010

INDOCUMENTADOS, RACISTAS, Y LATINOS
Belkis Cuza Malé

Leo la prensa en la computadora. Busco algo que no sé que és. Leo con avidez los periódicos de España. Algo debe andar pasando cuando yo, es decir, mi espíritu, anda ansioso, a la caza de alguna noticia. Las noticias no suelen ser buenas ni agradables. El mundo se perfila terrible, con rollos en los sitios menos conocidos. Muerte y desolación, intrigas políticas, gente desesperada buscando una solución a sus problemas. Me pregunto si siempre fue así, si siempre hemos vivido en la frontera del miedo, desandando lo que andaron nuestros antepasados, asomados a la ventana del horror. ¿Fueron mejores los tiempos pasados, los siglos, estos dos mil años de cristiandad? ¿O es que lo hemos inventado y nos hemos creido a salvo de la Historia, cuando en realidad lo que sucede es que tendemos al pesimismo, a clasificar la vida en escalones, que unos suben y otros bajan?
No, el mundo ha estado siempre repleto de vicisitudes, de problemas, de altercados y guerras. La Historia del Hombre es la historia del horror, así me dijo el Espírtu hoy, mientras reflexionaba sobre lo que es vivir en esta época.
Los terremotos, los huracanes, los deslizamientos de tierra, las inundaciones, los sunamis, las terribles heladas han existido siempre y han ido configurando el paisaje, incluso el paisaje humano. Las razas han ido evolucionando también, se han diversificado, y amalgamado unas con otras, pero así y tod
o no cesan de existir los que todavía presumen de pertenecer a razas superiores, como si eso fuese posible, como si Dios hubiese creado a un ser humano de categoría inferior. Ya se sabe que es una falacia pensar que e
l color de la piel, los ojos y el pelo hacen la diferencia. Pero el racismo parecería estar profundamente enraizado en la menta humana, de modo que solemos calificar con apodos bastante grotescos y feos a los otros, a esos que no forman parte de nuestra cultura, incluso entre los que compartimos la misma raíz latina. Los chistes racistas a costilla de éste u otro pueblo forman parte de la broma dicha, en apariencias, sin mala intención. Pero no dejan por e
sto de ser racistas. Y en este saco tendría cabida también la burla a los diferentes acentos.
Hay, pues, que aprender a ganar batallas y cómo lograrlo. Lo que está sucediendo en Arizona puede ser una muestra en miniatura de la mentalidad que anima a muchos a emprenderla contra los indocumentados en este país. Creo sinceramente que Estados Unidos tiene que controlar sus fronteras, claro, y que tanto
mexicanos como guatemaltecos, salvadoreños u hondureños --por sólo citar a algunas nacionalidades entre las que más emigran a este país-- deberían pensarlo dos veces antes de lanzarse a la aventura de venir a Estados Unidos. ¿Y por qué lo digo? Pues porque cada paso que demos en la vida tiene que sopesarse y han de ponerse en una balanza los pro y los contra. Y muchas veces no siempre se gana o se avanza cuando decidimos llegar indocumentados y comenzar de cero.
Las ventajas que podrían obtenerse de vivir en Estados Unidos no son verdaderamente aprovechadas por la mayoría. Los hijos de los inmigrantes latinos suelen abandonar la escuela antes de haberse graduado de secundaria, y al final lo que sucede es un híbrido, gente que vive aquí pero que no se integra, que continúa con los hábitos del rancho, con la mentalidad de rechazo que les produce la cultura americana.
Por eso, la mejor forma para combatir la nueva ley que intentan implantar en Arizona (y quién sabe luego a dónde más) es despertar del largo sueño de la indiferencia y meternos de cabeza en el entorno. Estudiar, estudiar y estudiar son las tres fórmulas del éxito en éste y en cualquier otro sitio del mundo. Las drogas, las pandillas, la ignorancia, la cultura marginal de barrio van a llevarnos sólo al fracaso como individuos y como comunidad. Y a la cárcel.
Los hispanos debemos primero que nada tomar la mano de Dios y dejar que Él guíe nuestras vidas, que haga posible el sueño de ser y estar. Dos cosas incompatibles para muchos.
Vendrán cambios, se los aseguro, y habrá oportunidad de lograr la tarjeta de residencia y la ciudadanía para aquellos que cumplan los requisitos. Habrá cambios, a pesar de los enemigos y los racistas, porque éste gran país no puede darse el lujo de tener millones de indocumentados en su territorio. Así que prepárense para estar a la altura de las circunstancias cuando ésto suceda muy pronto. Pero ahora, por el momento, aprendan a ganarse el derecho a ser respetados. Dios está siempre de parte del hombre y la mujer honestos y es su refugio y su salvación, como nos asegura el Salmo 91. Tengan Fe en el Nombre de Jesús.

NOTA: Le ayudo con sus problemas de Amor, Salud y Prosperidad, a través del Amor de Dios, de su Espíritu. No deje de consultarme y encontrará la respuesta a todo lo que lo aqueja hoy. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709. O escrìbame a BelkisBell@Aol.com.