miércoles, 25 de noviembre de 2009

!GRACIAS A DIOS, QUE NOS DIO LA VIDA Y EL UNIVERSO!

Belkis Cuza Malè



Si usted se para frente a una montaña, y es observador y curioso, puede que se pregunte cuàl es la utilidad de una montaña. Si usted tiene ojos para ver y oìdos para oir, de seguro sabe que Dios se los ha dado para algo, aunque nunca lo recuerde. Si usted suele deleitarse con la brisa suave y el olor de los jazmines de la noche, o ve mecerse las olas del mar, según las impulse el viento, notará que no hay gratuidad en la existencia de cada uno de ellos. Todo lo que ha creado Dios obedece a su plan divino.

Lo mismo sucede con usted y todos los seres humanos. Hay gente que ni siquiera se pregunta para qué ha venido a este mundo. Comen, duermen, trabajan, se entretienen, hacen el amor (algunos sólo fornican), y viven casi a nivel animal. Es decir, sin conciencia de que además de un cuerpo vulnerable poseen un alma y un espíritu. Y una mente, claro, en muchos casos subutilizada. Esa es la gran masa, ésa que sigue a los populistas que toman el poder en los paìses más pobres, o los que enarbolan una bandera, o los fanáticos de cualquier religión (que en todas los hay). Ësa es la masa inmóvil, para llamarla de algún modo, que no tiene ojos y orejas más que para lo que le ponen por delante en la televisión o el cine, porque de seguro que casi no lee.

Salir de ese estado semi bestial (y perdónenme si les parezco ruda) es tarea en la que se envuelven sólo los que logran despertar a tiempo. A otros se les va el tren, viven y mueren en este estado, trayendo hijos al mundo que mantienen los malos hábitos adquiridos en el hogar.

Porque nos creemos superiores a nuestro creador, nos creemos dioses que no tuviesen necesidad de reflexión, o de agradecimiento. Comemos de los que nos da la naturaleza, bebemos el agua de los manantiales de agua viva puestos por Dios en cada esquina de este mund
o, y nos aprovechamos de los progresos de la ciencia (ésos que son obra de otros que sí han encontrado el camino), sin que nos perturbe inquietud alguna. ¿Acaso sabe usted, o se ha preguntado, quién inventó la radio, el teléfono, la electricidad, el fonógrafo, la televisión, o la computadora? Ni lo sabe, ni se lo imagina, ni le interesa. Así es. Por tanto, cuando enciende el televisor no le da gracias a su inventor. Sólo se sirve del prodigio, sin importarle el resto.

Lo mismo sucede con nosotros y Dios. El lo creó todo. Todo. Y mire, le admito que se imagine a Dios como mejor le parezca, sin ortodoxia: un dios todopoderoso como el trueno, o en forma de sol, como lo veneraban algunas razas indígenas, miles de años atrás. Un dios humano, o viviendo en el famoso Olimpo griego. Como guste. Pero Dios al fin y al cabo. Ni siquiera le pido que se afilie a religión alguna, sólo que crea en El, en su capacidad creadora, en su bondad y en su amor. Porque Dios es amor. Y el amor, la energía más poderosa del universo, ésa que fusiona las cosas, como lo hace la ley de la gravedad. Del mismo modo, con Amor, hizo al primer hombre y la primera mujer. Porque el Amor es Dios, o viceversa, como dije. Por eso quizás es tan importante Hacer el Amor, No la Guerra, como solían decir los hippies (anunque no nos gusten ellos). Sí, el Amor une y es la llama eterna.

Y a ese Dios que nos creó con Amor es al que damos gracias una vez al año en la celebración de ese día tan especial en que nos reunimos con la familia. Pero no espere el último jueves de noviembre para agradecerle a Dios por todo lo que le ha dado, incluidos su salud, su familia, sus amigos. Y por supuesto, el Universo. Déle gracias todos los días cuando abra los ojos. Ëse es un ejercicio que lo pondrá en contacto con la energía divina de nuestro Creador. Una energía que vive en usted y lo redime con la sangre de Jesús.

!Féliz Día de Acción de Gracias!


NOTA: Le ayudo con sus problemas de Amor, Salud y Prosperidad, a través del Amor de Dios, de su Espíritu. No deje de consultarme y encontrará la respuesta a todo lo que lo aqueja hoy. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709. O escrìbame a BelkisBell@Aol.com. GRATIS PARA LOS QUE NO TIENEN UN CENTAVO.

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL COFRE DE LOS RECUERDOS

Belkis Cuza Malé





















No es bueno, ni sano, ni productivo, vivir en el pasado.Y sé que hay gente que incluso encuentra placer en esta actitud. Como si el pasado estuviera más vivo que el presente. Como si la vida misma no fuera más que un pasado eterno.
Los que viven en el pasado olvidan vivir, es todo. Detienen el reloj de la existencia, de modo que no generan buenas energías alrededor de ellos, sino esa oscura memoria que, como polvo de azar, suele cubrir todo lo que ya no esta vivo.
El pasado debe ser respetado y mantenido donde está, que es el sitio que le corresponde. Los metafísicos aseguran
que el pasado existe, pero en otra dimensión de tiempo y espacio, y todo lo que ha sido está ahí, vivo. Quizás la teoría de la Relatividad, que descubrió el gran Einstein, ese fabuloso cientìfico, pone mejor que nada las cosas en su sitio. Dice Einstein que todo está sucediendo al mismo tiempo. Pasado, presente y futuro. Pero claro, a diferentes niveles o escalas. Como si la existencia fuera eso, algo que se desenvuelve en varias capas de energía.
Pero, amigos, el pasado puede enfermarnos, ser una costra que nos impida el mejor desenvolvimiento, pues la energía se hace densa y perezosa cuando no la activamos. Como agua estancada de una piscina, que se llenara de algas. Así es el pasado.
Y muchos, especialmente las viudas, suelen vivir en el pasado, atesorando objetos que pertenecieron a sus esposos, añorando cada momento de sus vidas compartido con esa persona que ya no está. Y también los ancianos tienden a mantenerse en el pasado.
El presente es un regalo, amigos. Por eso se llama Presente, que es otro modo de nombrar un regalo. Viva en el presente eterno y fórjese una vida distinta, alimentada con pensamientos y metas, con ilusiones, con aromas. Si quiere descubrir cuán presente vive usted rocíe cualquier perfume en su hogar. Ponga a hervir una vasija con agua y cuando esté a punto eche varias ramas de canela, pétalos de rosa, menta, verbena, o aceite de patchulí. Su hogar se inundará no sólo con el aroma de ese potpurri de olores, sino con las buenas vibraciones. Enseguida se sentirá lleno de una energía nueva, renovadora, porque existe la ciencia de la aromaterapia, que es el modo de cambiar nuestro estado de ánimo a través de los olores, de las esencias.
Vivir en el presente es el único modo de lograr nuestras metas del futuro. El único modo de visualizar lo que deseamos que pase ya. El futuro es siempre el presente, no lo duden. Recuerden además que Dios creó las leyes espirituales, y una de éstas es que todo lo que hacemos, bueno o malo, retorna con la misma intensidad. Como una pelota lanzada contra una pared. El futuro es pues el fruto inevitable del presente. Pero sólo viviendo en este presente eterno lograremos triunfar sin que nos acose la depresión, la melancolía, el miedo o la ansiedad. Enfrascados en vivir cada minuto de este presente, nuestra mente se orientará hacia lo positivo y logrará hacer que la fuerza interna que vive en nosotros, el poder de Dios, nos impida caer en el vacío..., que es el pasado.
No importa cuán difíciles aparezcan hoy sus problemas. No piense en ellos, piense en la dicha de vivir a plenitud, de poderle dar gracias a Dios por la salud y todo lo que tiene. Aunque no la tenga de momento. Sólo diciendo y reafirmando que tiene salud la logrará. Y de seguro que si hace un recuento de lo que posee llegará al convencimiento de que es usted una persona afortunada. Tan afortunada como que Dios le ha dado la vista para que pueda leer esto.
Les sugiero un ejercicio muy útil para vencer el mal hábito de vivir en el pasado, incluso si no tiene plena conciencia de ello. El pasado es pasado, y hay que ponerlo a buen recaudo, en una caja fuerte, como la que se usa en los bancos, o guardarlo en una caja de zapatos.
Por tanto, les invito a que se hagan de una caja vacía de zapatos y una vez que estén a solas, en un lugar donde se sientan relajados, comiencen este ejercicio, tan fácil, que les parecerá un juego, pero no lo es: vayan depositando allí uno a uno los recuerdos, las ideas que se agolpen de súbito en su mente. Sacudan sus manos dentro de la caja, no sólo para descargar esa energía negativa, sino para echar allí dentro todos y cada uno de los recuerdos y las memorias que nos han acompañado hasta ahora. Pueden incluso añadir a la caja algunas fotos de familiares que ya no están, que han emprendido el viaje a la eternidad. Se sentirán verdaderamente relajados tras cerrar y guardar esta caja de zapartos, ahora convertida en cofre de la memoria. El cofre del pasado. Un cofre valiosísimo, más que el oro, y que vamos a situar en el lugar que le pertenece: el pasado.

NOTA: Le ayudo con sus problemas de Amor, Salud y Prosperidad, a través del Amor de Dios, de su Espíritu. No deje de consultarme y encontrará la respuesta a todo lo que lo aqueja hoy. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709. O escrìbame a
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lunes, 16 de noviembre de 2009

¿PUEDE CURARNOS DIOS?



Belkis Cuza Malé

Aunque la medicina ha alcanzado un desarrollo extraordinario en los últimos cien años, y enfermedades, antaño terribles, han devenido controlables tras el descubrimiento de la penicilina y los antibióbitos, todavía nos encontramos ante la antesala de un misterio mayor: ¿lograremos algún día vencer el proceso de la muerte o combatir efizcamente las nuevas epidemias y enfermedades que aparecen de cuando en cuando en este planeta?

Nada sabemos, más que ese miedo que suele recorrer la mente humana ante cada amenaza. Primero el SIDA, y ahora la gripe porcina. Y latente, como uno de los miedos mayores, el temido cáncer. Sin descontar las enfermedades del corazón, que son mayormente la causa de muertes, debido al estilo de vida de muchos.
Pero, ¿cuántos de nosotros creemos de verdad que la Palabra de Dios sana, que Jesús es más que una promesa y que todos los días de nuestra vida estamos protegidos por su amor y su calidez? La ciencia se ha impuesto y cada vez que se habla de sanación divina hay que acotar que una visita al doctor no estaría de más. De modo que vemos el temor a equivocarnos, a hablar por hablar, como si Dios fuese sólo un espejismo, algo digno de probar, pero con cautela. Les traduzco aquí lo que Norman Vincen Peale, hombre de fe y autor de famosos libros sobre el pensamiento positivo, además de pastor, nos dice al respecto, tras participar junto a un doctor cristiano en la sanación, a través de la oración, de una señora muy enferma: *Por primera vez --nos cuenta--, comencé a ver que yo estaba cometiendo un grave error al enseñar tan sólo una religión altamente ética. Yo había visto ahora cómo trabajaba el poder más allá de la ética o la ciencia. Había mirado de forma escéptica lo sobrenatural. Pensaba en la religión básicamente como un sistema de ética y teología, preocupada sólo con el mejoramiento de la moral y de las condiciones sociales, en especial ésto último. Yo miraba a la medicina preocupada solamente por la cura de la enfermedad a través del proceso materialista*. Para luego añadir: "Hoy sabemos que Dios tiene al menos dos formas para sanar a la gente: a través de su sirviente, el médico, y de su sirviente el practicante de la fe espiritual".

Creo, sin embargo que el doctor, por muy eminente que sea, no puede curar por sí solo el miedo, la tristeza profunda del alma, los conflictos que surgen en la mente humana y que calan profundo en el espíritu. No importa que existan los terapistas, los sicólogos, los siquiatras. Y no digo que ellos no curen. Claro que curan con un sistema aparentemente efectivo, basado en la mayoría de las veces en los fármacos. En la química. Esas drogas con receta médica que llevan al paciente a un estado más o menos normal de sanación, que la mayoría de las veces es sólo aparente, porque la procesión va por dentro, en el espíritu. Les diré mi experiencia: cuando yo tenía veinte años, por un período de más de diez, vivía con la ansiedad a flor de boca. No salía de mi casa sin llevar en mi bolso esas pastillas que me había recetado el doctor para la ansiedad, para la depresión y el miedo. Yo vivía en puro terror, a la muerte, a las enfermedades, a la vida misma, al que será de mi vida. Yo no disfrutaba ni un minuto, pensando en que mañana estaría muerta, o aquejada de una grave enfermedad. Pero de tanto temerle a todo, le temía --creo que afortunadamente, también a esas pastillas, a sus efectos secundarios-- y sólo tomaba la mínima dosis, tan pequeñita que estoy segura de no me servían de nada. Pero yo vivía pegada al fetiche de las pastillas, con la confianza de que si me daba un ataque de pánico ahí estaban ellas, como si fueran el mismo Dios, para salvarme. Al menos, creía, me controlaban el miedo. ¿Y por qué ese miedo? Cuando usted vive en la represión absoluta, cuando la moral al uso es un marco opresor del que no nos podemos zafar, cuando hay que fingir todos los días, y decir SÏ, venticuatro horas, como hacen los que vive en un país bajo el comunismo, nuestra mente se enferma, si no somos lo suficientemente fuertes. Se enferma doble: por una parte, se resiste a ser gobernada, manipulada, y por la otra tiene que ceder y aprender a callar, y tiene que obedecer reglas injustas, estúpidas, que no son más que la pérdida absoluta de su individualidad. Y como vivía en el miedo, como crecí también bajo la vigilancia de un padre autoritario, que ponía por encima de todo la moral, sus cánones ultraconservadores, yo no salía de un estado de terror interno. No bastaba que me hubiese criado en la fe, que aprendiese a rezar y a hacer promesas. Yo tenía pánico, vivía con pánico, esperando siempre lo peor, aunque me agarraba al pensamiento de un Dios al que también me habían enseñado a temer.

Hasta que descubrí que Dios es amor, que Dios vive en nosotros y es esa fuerza superior que nos enseña a no temer, a entregarnos a sus promesas. Sí, Dios curó mi hipocondria, mi temor a la vida, mis incertidumbres, mi miedo. Y puede curar el suyo si deja que El lo guíe, si aprende a entender el mecanismo de sanación que hay en su Palabra. Si repite una y mil veces los versos que están en la Biblia que hablan de sus promesas de sanación. No dejo de recordar todos los días aquéllos de Proverbio 4: 24-27, que dicen: "Acerca tu oído a mi boca, hijo mío, porque mi palabra es medicina y vida para ti*. O lo que leemos en Primera de Pedro 24, hablando de Cristo: (...) llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el matadero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuísteis sanados" Sí, especialmente esto, porque fuimos sanados (ya en pasado, miren) por su herida, ésa que sufrió en la cruz. De modo que repitiendo esto (por sus heridas fuimos sanados) obtenemos la curación tan ansiada, sin saber que ya estamos sanos.

Porque la fe, sólo la fe en Cristo, puede liberarnos del miedo y de la enfermedad.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Centro de Esperanza:



Hola. Inauguro este espacio para que sirva de puente entre mis lectores, clientes y amigos. Aquí leerán mi columna semanal y ojalá que me permitan entrar a sus casas con mi bolsa llena de palabras alentadoras, palabras de fe. Porque éste es un Centro de Esperanza. Esperanza en Cristo, en Dios. Esperanza en el triunfo del bien.

Estoy a disposición de todo el que solicite mi ayuda, de todo el que se sienta solo, triste, fracasado, sin ánimos para salir adelante. Enfermo. Pero también estaré aquí para traerles la Palabra de Dios, que es Luz y Amor. Y ayudarlos a encontrar el Amor, la Salud y la Prosperidad. Porque con Dios todo es posible.
La vida puede parecer complicada, y a ratos lo es, por eso necesitamos aprender las reglas de cómo triunfar espíritual y materialmente, cómo encontrar el balance entre un mundo y otro. Este será un espacio dedicado al Amor y a la Belleza. Al Universo que creó el Espíritu Divino.

Aprenderemos --porque yo aprendo también con cada uno de ustedes-- a engrandecer, sofisticar, y embellecer nuestro mundo interior. Ese castillo donde habita Dios.

Para comenzar, les presento aquí este primer artículo: *Lea los Salmos y triunfe*. Ojalá les sirva. Espero oir de ustedes.



Lea los Salmos y triunfe


Belkis Cuza Malé

Cada día se hace necesario estar preparados para las veleidades del clima. Si en invierno, tenemos que saber hasta cuánto bajará la temperatura; si en verano, hasta cuánto subirá y si hay pronóstico de tormenta, tornados o ventolera mayor. Lo mismo sucede con nuestra vida espiritual. Cada día debemos salir a la calle con la armadura de Dios sobre nuestra ropa, es decir, la malla espiritual que nos protegerá contra los diablillos, los endemoniados, los locos y los malvados. Sí, revestirnos con la coraza que nos brinda nuestro Padre Celestial.
No es que yo quiera meterles miedo, ni hablar de cosas negativas, ni que esté exagerando. La vida en este plano terrenal está llena de todas estas cosas y más. Así que se hace necesario estar preparados, pues ya lo dijo Jesucristo: este mundo no es de Dios, sino del Demonio. Y por tanto nosotros, hijos de Dios, tenemos la opción --como los caballeros medievales que peleaban protegidos contra las espadas--, de asegurarnos que esos dardos del Maligno no nos alcanzarán.
Muchos me llaman invocando problemas: la esposa los ha abandonado; los hijos andan en pandillas y drogas; el esposo es un borrachín de siete suelas, o no aporta ningún dinero al hogar. Otros, tienen problemas con los vecinos odiadores y racistas, los espíritus de división. A todos, les aconsejo protegerse con la armadura del Señor. Y mucha oración, para que ésos que están pecando e infringiendo las leyes espirituales, se arrepientan y vuelvan a retomar el camino. De modo que les recomiendo fortaleza en Dios, y la lectura de los Salmos. Sí, esas 150 oraciones, bellísimas, escritas por el Rey David, y que se encuentran en el Nuevo Testamento, que es la parte de la Biblia escrita antes de la llegada de Jesus, el Mesías, a la Tierra.
Hay un Salmo para cada ocasión y para cada dificultad, de modo que hasta podemos alcanzar la prosperidad material leyendo el que corresponde. Y hay otro hasta para eliminar las várices del cuerpo, o recuperar la vista o el oído. ¿Qué les parece? !!¿No es Dios maravilloso?!! Claro que sí. El, que todo lo puede, no sólo nos protege con su Palabra y sus promesas, sino que pone en nuestras manos los Salmos para que podamos actuar en propiedad ante cada contratiempo o acción a tomar.
¿Tiene usted a alguien en la cárcel? Pues hay un Salmo para interceder por esa persona, el Salmo 55. ¿Quiere triunfar en sus negocios? Pues lea el 114. Claro, hay que seguir algunas indicaciones al respecto, que con gusto les comentaré si hacen una cita conmigo al 786/ 975-5709, para darles una consulta por teléfono.
Los Salmos son maravillosos para ayudarnos a conseguir amor, amistades, estar protegidos contra tormentas, para los problemas de embarazo, y para todo tipo de enfermedades.
No dejo de recomendarles el Salmo 91, que los protege contra el mal que nos asedie, un Salmo donde está la profecía de la acción terrorista contra las torres gemelas de New York.
Salmo tan milagroso que tengo muchos clientes que por llevarlo encima y dentro de sus automóviles o camionetas, no han perecido, aún cuando éstos se han volcado y han sido víctimas de graves accidentes. Hagan copia del Salmo 91 y pónganla en un bolsillo del pantalón o en su billetera (los hombres), y en su bolsa, las mujeres. Fíjenlo a la puerta principal de sus viviendas y entre los colchones de sus camas. Y no dejen de llevar una copia en el vehículo donde se transportan, por favor.
Los otros que he mencionado acá son útiles y milagrosos (con Fe) para los problemas que enfrentamos a diario. Pero hay que leerlos, a solas, en voz alta, muy despacio, recibiendo la unción de Dios sobre nosotros. Como el que saborea las palabras. Y pidiendo en el Nombre de Jesús, pues así nos enseñó El en los Evangelios. Porque todo lo que pidamos en su nombre nos será concedido, si tenemos FE.
Así que no dejen de llamarme para asegurarse de que hay un Salmo a mano para ustedes y sus problemas. Dios los bendicirá.

NOTA: Le ayudo con sus problemas de Amor, Salud y Prosperidad, a través del Amor de Dios, de su Espíritu. No deje de consultarme y encontrará la respuesta a eso que lo aqueja hoy. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709. O escrìbame a BelkisBell@Aol.com.