lunes, 22 de noviembre de 2010

Una vieja dama indigna

Belkis Cuza Malé

Hay una película francesa del año 64, basada en la novela de Bertold Brecht,que trata sobre una anciana que comienza a reunirse con elementos de mala reputación. La señora, que se ha quedado viuda a avanzada edad, descubre de pronto, a través de un nieto, insospechados amigos. Con una joven prostituta que anda con éste, se emperifolla como puede y sale a vivir la vida que nunca le fue permitida. Pero en realidad esta vieja dama indigna, como el título mismo de la película, está viviendo de pronto una felicidad distinta: la de observar el mundo real a través del prisma joven de aquella pareja. La vieja dama indigna se atreve, y no hace nada obsceno, por supuesto, pero ha descubierto que el mundo no es como ella pensaba. Y se siente feliz con su hallazgo. La película es hermosa porque demistifica en muchos sentidos la vida tradicional, sin emociones para unos, acogidos a la sombra de la convención, a la pereza del vivir, a los espejismos de la cotidianidad, donde el corazón ya no tiene alas.No estoy defendiendo la inmoralidad. Punto. Estoy diciendo que el mundo que vió ¨*la vieja dama indigna¨* es el mundo desmistificado vetado a la gente de cierta edad. Estoy hablando de vejez. Y la vejez entendida como ceguera, como rasguño ciego. No se puede aspirar a ser joven cuando nos están vetadas las claves de la vida. Y *la vieja dama indigna* las encontró, y disfrutó, antes de irse al cielo.¿Cuáles son esas claves? En primer lugar, deshacernos de la mentira, de la rara condición humana de creer que la vejez es una enfermedad, que los viejos son todos babosos, que no deben tener sexo, ni aspirar a la belleza ni a la felicidad. La vejez no es lo que la gente cree. La vejez es una invención del tiempo, un mal pasajero, que no termina con la muerte, sino que nos arrastra si nos dejamos llevar.Usted es viejo, viejo de verdad... como decía Fausto Miranda, un periodista cubano ya fallecido y que hizo famosa esta frase, si ha vivido todo y lo ha vivido de verdad, sin cortapisas, sin ambages, sin seleccionar en la memoria. Eso es la vejez: llegar a un punto donde se han detenido todos los caminos. Y eso fue con lo que acabó *la vieja dama indigna*. Descubrió que aún le faltaba mucho por conocer para sentirse eternamente vieja, y decidió asomar la nariz a la vida que no había vivido. Digo todo esto porque me gustaría comenzar una *campaña* para prohibir *la vejez*, para que cesaran las estúpidas opiniones contra los que han rebazado los cincuenta. Contra los que nos llenan el buzón de correo con información sobre artefactos para preparar nuestro entierro, o comprarnos una poliza de vida en el infierno. O hacernos de inodoros lo suficientemente altos para que podamaos sentarnos en ellos, o bastones para caminar, o sillas de rueda, o esos carricoches para deshabilitados, que les llaman scooters en inglés, y que podrían ser encantadores en manos de los niños y adolescentes, pero cuando los ofrecen a *los viejos* huelen a incapacidad física, a orine, a todo lo peor. ¿Qué no soy realista? Bah, nadie lo es. ¿Para qué serlo en un mundo donde la realidad se embotella? Cuando aprendamos a crear nuestro propio cuerpo y mente, cuando saltemos como los conejos de la manga del mago, cuando aprendamos a reir y a dormir a pierna suelta, no importa qué, estaremos siendo realistas. Los que odian a los viejos les encasquetan una moral trillada y fea. Si usted es viejo, según ellos, no tiene derecho a la vida. Y usted mismo contribuye a esa idea. Se pone gordo como un cerdo, se hincha, se llena de arrugas, no se tiñe las canas, no se aguanta la boca y traga todo el día. No va a un gimnasio porque *los viejos* serían el hazmerreir de los otros. Ser viejo o vieja es renunciar al sexo, a la belleza, a los placeres de la vida. Es ser lo que nunca fuimos, y dejar de ser lo que soñamos. Dios no nos hizo viejos, nos dio herramientas para manipular la máquina del tiempo hasta que El nos necesitase en el Infinito. Dios nos quiere jóvenes, es decir, llenos de salud perfecta, de cuerpos airosos y bellos, de alegría de vivir, de espontaneidad, de pensamientos nobles y capaces de disfrutar de todo. Dios puso a nuestro alcance el universo para ser parte de él, para curarnos espontáneamente, para llenarnos de buenas energías y vibraciones. Dios es amor. Y el tiempo, amigos, no existe más que en la cabeza de los que inventaron la depresión. Einstein, ese gran sabio, lo dijo ya: todo está sucediendo al mismo tiempo. Sí, la teoría de la relatividad. De modo que usted y yo, que de seguro tenemos *edades* diferentes, somos eternamente jóvenes porque vivimos paralelamente, y no vamos a morir nunca. Somos almas que van y vienen ¿Me entendió? Así como ciertos grupos étnicos, religiosos, o los homosexuales y las mujeres, reclaman su derecho a ser respetados y tienen ligas de defensa de sus derechos, así reclamo desde aquí el derecho a que se haga y se deje de atacar a *los viejos*, se detengan esos chistes odiosos los ancianos de verdad aparecen como seres inservibles y asquerosos. !Basta ya! Si usted se siente viejo es porque así lo ha decidido. Porque no sabe que el corazón no envejece, y que el ama es eterna. Si usted quiere considerarse viejo es su problema. Pero a aquellos que quieran seguirme, les recomiendo que comiencen hoy mismo una nueva etapa en sus vidas, comiencen a amarse a ustedes mismos, y no permitan que nadie les llame viejos. Los franceses tienen una frase para las mujeres que pasan de los cincuenta, les dicen *mujeres de cierta edad*. Pues bien, hágamos no como el avestruz que esconde la cabeza, sino todo lo contrario, parémonos muy erguidos, respiremos profundo, y comencemos hoy a reformar nuestra mente, y nuestro cuerpo. No más gordura, no más canas, no más inmovilidad, no más moralina. La vieja dama indigna tiene una música maravillosa, bailemos con ella.

NOTA: Le ayudo con sus problemas, a través del Amor de Dios, de su Espíritu. No deje de consultarme y oraré por usted. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709. O escrìbame a BelkisBell@Aol.com. GRATIS PARA LOS QUE NO TIENEN UN CENTAVO.