domingo, 25 de diciembre de 2011


LA TIENDA DE REGALOS DONDE VENDEN SONRISAS POR NAVIDAD
 
Belks Cuza Malé
 
 
    Me hubiera gustado vivir en Belén en los días en que iba a nacer el Mesías con sus Buenas Nuevas.  Me hubiera gustado mirar a lo alto y descubrir ese lucero que guiaría a los tres Reyes Magos con sus preciosos regalos. Me hubiera gustado ser uno de esos pastorcitos que merodeaban alrededor del pesebre, y vigilar el sueño del bebé.
   ¿Pueden ustedes imaginar la escena: un parto en aquellas condiciones, en una cueva o pesebre, compartido con los animales?  Hasta esa localidad habían huido los aterrados padres de Jesús ante la amenaza que se cernía sobre todos los recien nacidos, decretada por uno de los mayores asesinos de la historia. Durante ese tiempo, miles de niños recien nacidos fueron sacrificados ante el miedo de que fuese a nacer el Mesias.  El Rey Herodes, cruel como muy pocos, no pudo sin embargo lograr que los Reyes Magos le informaran dónde estaba el Niño Jesús.
    Pero los siglos han pasado, y Belén es hoy una ciudad visitada por turistas, habitada por  árabes, cristianos y judíos que conviven, o mal conviven, en zona no muy estable, como sabemos, debido a confrontaciones bélicas en todos esos territorios. Aunque sigue siendo, por supuesto, un sitio de obligada reverencia por los cristianos todos.
    No dejo, sin embargo, de pensar en ese nacimiento de Jesús, en los parajes que rodeaban su llegada al mundo y en lo hermoso de su mensaje.  Jesús, el Hijo de Dios, naciendo en un pesebre, él, un reyecito inmortal.  Todavía algunos no han entendido su mensaje, todavía otros no lo han aceptado en su corazón, como esa estrella que ha de guiarnos hacia el Reino de los Cielos.  Un reino que estaba llamado a ser no sólo morada después de la muerte, sino paraiso en la tierra. 
    Aquí. esperando el nacimiento de Jesús me asomo a mi puerta y contemplo con alegría los adornos en puertas y ventanas vecinas, las luces de los árboles que veo a través de los cristales de las casas, enormes árboles alumbrando también el camino de Belén, hacia el pesebre, hacia la cunita del verdadero Rey, el Hijo de Dios.
    Muchos se vuelcan en las tiendas para las compras navideñas, buscan rebajas, gastan los pocos ahorros en objetos destinados a regalos.  Y está bien, es hermoso dar aunque se tenga poco o nada, pero más hermoso es dar en Nombre de Jesús. Cualquier cosa es buena y bendecida: desde un lujoso regalo (para los que disponen de los medios) hasta una sonrisa llena de amor por el prójimo. Dar es recibir.  Y una sonrisa es también un rayo de amor y de luz que viaja a velocidades infinitas al corazón de la otra persona.
    Se me ocurre que me gustaría tener una tienda donde se vendan sonrisas.  Sonrisas para celebrar la llegada de Jesús a la Tierra, envueltas en villancicos, con campanitas redoblando la buena energía del mensaje, con lazos rojos adornando las cajitas de regalos.
    Regale una sonrisa en Nochebuena mientras espera por el nacimiento del Mesías, y disfruta de la cena en compañía de sus seres queridos. Una sonrisa llena de amor y compasión, a la hora de los ricos postres, del café o el té que acompañe la cena.  Y cuando den las doce recuerde en sus oraciones al Niñito Jesús y felicítelo porque va a cumplir 2011 años y sigue siendo un bebé maravilloso, que ha venido a la Tierra con el único propósito de llevarse todos nuestros pecados, tomarnos de la mano y enseñarnos a vivir la única vida posible, la vida del amor y la paz.
    De modo que el día de Navidad, reunidos junto al árbol, abra los regalos y no deje de dar gracias a Dios, a ese Niño Jesús que en su nombre se siguen haciendo todos los milagros cotidianos.
    ¿Ya abrió ese regalo especial, esa linda cajita que atesora una sonrisa para usted? Es mi regalo para cada uno de ustedes, queridos lectores, queridos amigos.
       !Feliz Navidad y muchas bendiciones!!!
 
Nota: Si necesitan ayuda con sus problemas, si están deprimidos, faltos de amor, solos, sin trabajo y esperanza, por favor, comuníquense conmigo a cualquier hora al  (786) 975-5709  y oraré con ustedes. Y les daré Palabra de Profecía. O enviénme un mensaje a BelkisBell@Aol.com. Con Dios todo es posible.
Les invito a que me visiten en mi blog: http://www.belkiscentrodeesperanza.blogspot.com
 
 
!¿Será verdad “La teoría de las ventanas rotas”?!
Belkis Cuza Malé
Desde pequeña solía ver a las dependientas de las tiendas vestidas y arregladas como si su lugar de trabajo fuese el centro del mundo, y ellas, celebridades atendiendo con delicadeza y devoción su profesión de vendedoras.  Se vestían y maquillaban con el mayor esmero y pulcritud.  Y yo hubiera jurado que habían ido a peinarse al salón antes de entrar a la tienda.  Eran sencillamente exquisitas y la mayoría de las veces no tan jóivenes ni tan bellas como pudiera pensarse. Eran sencillamente ellas, amando lo que hacían.
Hoy día, sin embargo, lo que observamos en las tiendas es más que deprimente: las vendedoras andan desgreñadas, mal vestidas, y peor peinadas y sin maquillaje alguno. No hay que ir muy lejos: Walmart es un buen ejemplo de lo que digo. ¿y por qué han cambiado las cosas? ¿Qué ha sucedido? No quiero ser yo la que les explique, solamente les pido que conitnuen leyendo y verán por ustedes mismos qué sucede cuando alguien en una barriada, en un hogar o en una tienda, viola las reglas y se rompe una ventana, en este caso, la ventana simbólica que dará pie a algo parecido a lo  que la religiosa Mary Baker Eddy llamaba "el error". Es decir, la mente ha comenzado a crear la realidad, pero una realidad fea, pecadora.
    Paso, pues, a copiarles aquí este texto que me envió un amigo y que considero formidable para explicarnos muchas cosas, entre ellas, la situación de las sociedades de América Latina y las zonas más deprimentes del mundo. La teoría de "Las ventanas rotas" debe ser estudiada por todos y analizada: ¿tenemos ventanas rotas en nuestra cuadra o dentro de nuestras viviendas? He aquí el texto:
"En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.
Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.
Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.
¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.
Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.
En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'esas pequeñas faltas' como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas),  y esos mismos espacios abandonados por la gente, serán progresivamente ocupados por los delincuentes.
La respuesta de los estudiosos fue más contundente aun, indicando que; ante el descuido y el desorden crecen muchos males sociales y se degenera el entorno.
Tan solo vea un ejemplo en casa, si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como falta de pintura de las paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc., etc., etc., entonces poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general y quizá algún día llegarán a caer  en prisión.
Esa puede ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad, la falta de apego a los valores universales, la falta de respeto de la sociedad entre sí, y hacia las autoridades (extorsión y soborno) y viceversa, la corrupción en todos los niveles, la falta de educación y formación de cultura urbana, la falta de oportunidades ha generado un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie parece estar dispuesto a repararlas.
La teoría de las ventanas rotas fue  aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: graffitis deteriorando el  lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes..
Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.
Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de 'tolerancia cero'.
La estrategia consistía en crear  comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana.
El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y  promoción de condiciones sociales de seguridad.
No se trata de linchar al  delincuente, ni de la prepotencia de la policía; de hecho, respecto de los  abusos de autoridad, debe también aplicarse la tolerancia cero.
No es  tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.   
Es bueno volver a leer esta teoría y de paso difundirla". 
    Espero comiencen a reparar sus ventanas rotas, queridos lectores.
Nota: Si necesitan ayuda con sus problemas, si están deprimidos, faltos de amor, solos, sin trabajo y esperanza, por favor, comuníquense conmigo a cualquier hora al  (786) 975-5709 begin_of_the_skype_highlighting            (786) 975-5709      end_of_the_skype_highlighting  y oraré con ustedes. O enviénme un mensaje a BelkisBell@Aol.com. Con Dios todo es posible.

viernes, 14 de octubre de 2011

Perdonar setenta veces siete

Belkis Cuza Malé

En los últimos meses me ha tocado perdonar a alguna gente, gente sin moral y llenas de odio y resentimiento. Gente a la que nada había hecho, mas que tenderles una mano en el momento en que lo necesitaron. Pero el Señor nos ha enseñado a hacerlo, se lo dijo al Apostal Pedro y está escrito en los Evangelios. Tenemos que perdonar
setenta veces siete, dijo. Y aunque no querramos ni sintamos deseos de alargar la mano a esa persona enemiga, o traidora, debemos intentarlo. Odiar es de humanos, pero perdonar es de cristianos. Ese fue uno de los grandes aportes del cristianismo a la humanidad. Hasta entonces lo que prevalecía era la famosa Ley del Talión: Ojo por ojo y diente por diente. Ley
que mucha gente sigue practicando con furia en nuestra sociedad civilizada y moderna..
Otros, los más tontos, suelen decir que ellos perdonan pero no olvidan. Tremendo enredo no puede significar más que una cosa: que no hemos perdonado pues seguimos recordando. Ambas acciones son incompatibles. O se perdona y se olvida o se vive odiando.
Perdonar no es fácil ni agradable. Cuando alguien nos hace algo, cuando nos traicionan o nos ofenden lo primero que salta a nuestra mente es una ráfaga de odio, de furia contra la persona causante de nuestros males. Odiar nos da una cierta complacencia, lo reconozco, un cierto desquite, y nos permite desahogarnos, claro, al sabernos capaces de devolver golpe por golpe. La dulce venganza.
Pero ese sentimiento es insano, lleno de malas vibraciones
, de energías negativas causantes de nuestro propio descalabro.
El odio sale a través del cuerpo físico transformado en una enfermedad cualquiera, grande o pequeña. El odio se apodera de nosotros y licúa la sangre, altera los leucocitos, navega por nuestras venas y se instala en cualquier sitio: el hígado, la vesícula, un riñón, etc.
Los médicos chinos saben detectar las enfermedades sólo con ver entrar a un paciente por la puerta de su consultorio. No son adivinos, son científicos que han estudiado, como parte de su asignaturas, el daño que ocasionan al cuerpo todas las emociones negativas que albergásemos en nuestro corazón. Odiar repercutirá en su presión sanguínea, y hasta en la caída del cabello. Se cuenta que la reina María Antonieta, mientras esperaba en una celda en París la ejecución de su sentencia a muerte en la guillotina, encaneció completamente de la noche a la mañana.
En ese setenta veces siete en respuesta a la pregunta del Apostol Pedro
a Jesucristo, está la clave de todo. Está la fórmula para recibir la bendición de Dios. Los odiadores, los resentidos podrían beneficiarse tan sólo con decir: ´sí,. perdono". Hay gente que se niega y dice que no puede perdonar. Son los más, por desgracia.
Perdonar pues es la mejor forma de salir triunfante. De librar al corazón de penas y agobios. Traiciones, mentiras, engaños, se disuelven con la fuerza poderosa del perdón. Esto no quiere decir que la persona que nos ha engañado., o traicionado nuestra amistad, confianza o nuestra amor, no resulte afectada por sus propios actos. Ya sabemo
s que toda acción tiene una reacción, y es como una pelota lanzada contra una pared. Dios creó las leyes espirituales, no el castigo, para los que transgreden sus mandamientos.
Por eso hay que descartar del corazón, de la mente, la idea de la venganza. "No te vengues, dice Dios, déjamelo a mí". Es decir, a sus leyes espirituales.
Por eso, queridos amigos, les invito a orar por aquellos que nos han hecho daño, que han trasgredido las enseñanzas del amor
y no conocen más que el odio.
Empecemos por perdonarnos a nosotros mismos por sentir odio hacia aquellos que nos han herido. Y perdonemos a nuestros enemigos setenta veces siete, como dijese Jesucristo. En el perdón está la alegría del bueno, del que no ha perdido ni la fe ni la esperanza en la salvación del malvado. El amor es una fuerza poderosa, la mayor de todas, que lava las penas y las traiciones. El amor sana. Agarrémosnos al amor y saldremos ilesos. Perdonemos para ser perdonados por Dios. Gracias y bendiciones.

Nota: Si necesitan ayuda con sus problemas, si están deprimidos, faltos de amor, solos, sin trabajo y esperanza, por favor, comuníquense conmigo a cualquier hora al (786) 975-5709 y oraré con ustedes. O enviénme un mensaje a BelkisBell@Aol.com. Con Dios todo es posible.

sábado, 1 de octubre de 2011

Dios anda entre calderos
Belkis Cuza Malé

Escribo esto muy de madrugada. Suelo ir a dormirme después de las 4. No es que tenga insomnio, es que trabajo de noche escribiendo y leyendo en el internet. Y cuando me voy a dormir pues duermo. Dejo a un lad
o todas las preocupaciones, las angustias del día, las inseguridades. Y repito, duermo.
También cuando me siento a comer, como. Es decir, no estoy hablando por téléfono, ni pensando en lo que no sea disfrutar de la comida. Cuando comemos distraidos, llenos de tensión, no aprovechamos el alimento y de seguro tarde o temprano vendrán las indigestiones, las agruras, los dolores, las diarreas. Los monjes de todas las religiones aprenden a comer en silencio, concentrados en el sabor y el olor de las comidas. Yo sugeriría hacernos acompañar de música, música clásica, que nos permita relajarnos mientras comemos. Hagan la prueba.

De modo que para cada cosa hay un tiempo debajo del sol. Así dice el libro del Eclesiastés, en la Biblia. Tiempo de sembrar y tiempo de cosechar. Tiempo de vivir, añado yo. Un tiempo para cada cosa.
Hay labores más pesadas que otras, más desagradables. Por ejemplo, esa de lavar los platos y las cacerolas, o la de limpiar los inodoros, o sencillamente la de barrer, si no sabemos encontrar placer en ellas.
Conozco a muchas que desprecian ese trabajo. No se dan cuenta de la importancia que tiene aprender a lavar un plato, por ejemplo. ¿Usted cree que lavar un plato es una labor odiosa? Pues déjeme decirle que si no se siente a gusto lavando un plato tampoco se sentirá a gusto comiendo o viviendo. Lavar un plato es una tarea espiritual, y yo diría que cien por ciento espiritual. Y lo mismo podríamos decir de limpiar la casa, de sacudir los muebles o de cortar la hierba del jardín. Conozco a gente que prefiere cementar el frente de su casa para no tener que cortar hierba, y tuve vecinos en La Habana que cortaban los arboles de las aceras porque les molestaba recoger sus hojas. !Cuánta barbarie!
Las labores manuales, ya sean las más elementales, son tan importantes para nuestro desarrollo espiritual como la oración misma. El momento en que usted le está sacando brillo a una cacerola es el mejor para concentrarse en
Dios y hablar
con El. O cuando limpia su baño.
Ya les he contado otras veces cómo hace cuatro décadas, y mientras yo vivía en La Habana, resolvía mis nerviosismos de la manera más sencilla: lavando a mano una pieza pequeña de ropa. Así estaba el tiempo que fuera necesario hasta que mis nervios se calmaran.
Si usted va a cocinar, o a limpiar su casa, o a hacer sus mandados a la tienda, sepa que necesita concentrarse en lo que hace, que necesita poner amor en esas pequeñas tareas cotidianas, estar alerta, disfrutar de un viaje al supermercado, encontrar placer en escoger las frutas o decidir qué clase de pan va a llevar. Concentrarse. Ahí está Dios, con usted, hasta en esas compras.
La santa Teresa de Jesús, fundadora de sus famosos conventos, que ella llamaba casas, poeta extraordinaria, y mística como pocas, nombrada doctora de la iglesia católica, solía decir que Dios anda entre pucheros, es decir entre los calderos de la cocina. Y sus recetas de yemitas le han dado fama de excelente cocinera y repostera. La oración y el arte culinario parecían ir de la mano en sus conventos de claustro.
Y cuánta razón tenía. La divinidad de Dios se manifiesta en todo momento, en todo lo bello de la vida, en las cosas grandiosas y en las pequeñas. Dios está en una flor y también en una nube, y en un atardecer, y en la lluvia y en el verano. Dios es Dios, omnipotente y único, pero también está dentro de nosotros.
Aprendamos la humildad, la paciencia, el perdón, el orden mental, el control de nuestros pensamientos, ejerciendo las labores más humildes, las cotidianas, las que no necesitan de estudios universitarios, pero sí de grandes dosis de amor por uno mismo y el Universo de Dios, para que la vida se engrandezca.
Recuperemos a Dios de entre los armarios, aprendamos las faenas diarias no como una obligación que nos imponen los demás, sino como la sanidad mental que representa tener el control de nuestro entorno y vivir en un hogar lleno de amor y cosas bellas.
Ojalá que pronto usted se deleite limpiando y barriendo, mientras susurra en su interior un pensamiento de amor para Dios y le da las gracias por la belleza del universo que creó para nosotros todos. Porque Dios es Amor.

NOTA: ¿Problemas de Amor, Salud y Prosperidad? Confíe en Dios, en su Amor de Dios, y conozca la fuerza de su Espíritu dentro de usted. Llámeme para una consulta por teléfono. Marque a cualquier hora el (786) 975-5709 y rezaré por usted. O escríbame a BelkisBell@Aol.com para una profecía. GRATIS PARA LOS QUE NO TIENEN UN CENTAVO.

Aquí les pongo la receta para hacer en casa las famosas Yemas de Santa Teresa de Jesús. La Santa practicaba lo que decía y por eso cocinaba y creaba sus postres. Este le ha acompañado en la fama.

DULCES YEMAS DE SANTA TERESA DE JESUS

LAS AUTENTICAS YEMAS DE SANTA TERESA TIPICAS DE AVILA, AUNQUE SON TIPICAS DE AVILA YA CASI ESTAN EN CASI TODA ESPAÑA , AHORA VIENE SU SANTO EL 4 DE OCTUBRE SANTA TERESA DE JESUS




Ingredientes para DULCES YEMAS DE SANTA TERESA DE JESUS:
  • 12 YEMAS
  • 200 GR DE AZUCAR GRANULADA
  • 1/2 LITRO DE AGUA
  • RASPADURA DE 2 O 3 LIMONES ,SOLO LA PARTE AMARILLA LA BLANCA AMARGA ( YO LO HAGO CON EL RALLADOR MICROPLANE QUE QUEDA MUY FINO)
  • AZUCAR GLASS
  • CAPSULAS DE PAPEL PEQUEÑAS DE BOMBONES ( LAS DE MAGDALENAS PERO PEQUEÑITAS )
Conversor de medidas (pesos, volúmenes, temperaturas...)

DULCES YEMAS DE SANTA TERESA DE JESUS



Cómo hacer DULCES YEMAS DE SANTA TERESA DE JESUS paso a paso:
  • SI NO TENEMOS EL AZUCAR GLASS , LO HACEMOS EN UN MOLINILLO DE CAFE
  • PONEMOS AL FUEGO EL AGUA CON EL AZUCAR GRANULADO HASTA HACER UN ALMIBAR A PUNTO DE HEBRA. ( LEVANTAMOS CON LA CUCHARA Y CON CUIDADO DE NO QUEMARNOS DEPRISA Y CORRIENDO DEJAMOS CAER UNA GOTA AL DEDO PARA COMPROBAR SI ESTA UN POCO ESPESO , VIGILAR QUE NO SE OS HAGA CARAMELO )
  • MIENTRAS TANTO VAMOS APARTANDO EN UN BOL LAS YEMAS DE LAS CLARAS
  • ECHAMOS A LAS YEMAS LA RASPADURA DE LOS LIMONES Y LO MEZCLAMOS LIGERAMENTE
  • CUANDO EL ALMIBAR YA ESTA A PUNTO DE HEBRA ,LO APARTAMOS DEL FUEGO Y LO VAMOS ECHANDO EN FORMA DE HILO A LAS YEMAS A LA VEZ QUE VAMOS MEZCLANDO CON EL BATIDOR DE BARILLAS MANUAL
  • LO VOLVEMOS AL FUEGO Y LE DAMOS CON EL BATIDOR DE BARILLAS ENERGICAMENTE SIN PARAR ASTA QUE ESPESE Y SE VALyA DESPEGANDO DE LAS PAREDES
  • ECHAMOS EN EL MARMOL EL AZUCAR GLASS Y VOLCAMOS LA PASTA DE LAS YEMAS ENVOLVIENDOLO CON EL AZUCAR GLASS
  • HACEMOS UN CILINDRO COMO SI SE TRATASE DE LAS CROQUETAS Y VAMOS CORTANDO TROCITOS PEQUEÑOS PARA IR HACIENDO UNA BOLA PEQUEÑA
  • UNA VEZ HECHAS TODAS LAS BOLITAS VOLVEMOS A REBOZAR POR FUERA CON EL AZUCAR GLASS Y LAS VAMOS COLOCANDO EN CAPSULAS DE PAPEL PEQUEÑAS

domingo, 18 de septiembre de 2011

Escuela del Hogar para aprender a orar, cocinar y ser feliz

Belkis Cuza Malé

Una de las cosas que desde niña más me atraía de Estados Unidos era el diseño interior de sus casas, los céspedes siempre bien mantenidos, el ambiente hogareño que reinaba en los suburbios, esos barrios no lejos de los centros de las ciudades, llenos -- allá por los años cincuenta, sesenta--, de casitas primorosas, donde todo contribuía a la idea de la felicidad.

A tal punto me sentía identificada con ese mundo, que mi padre solía traerme revistas de decoración interior que compraba para mí en la Base Naval de Guantánamo, donde él trabajaba desde antes de mi nacimiento. Eran los años de la postguerra, y la vida parecía haber recuperado su compás, y hombres y mujeres se sanaban de la gran tragedia que fue para todos la Segunda Guerra Mundial. Había sed por volver a la familia, por criar a los hijos, por volcarse sobre una vida que poco a poco debería ser la de antes, al Estados Unidos del comfort: lavadoras de ropa,

de platos, secadoras, estufas, refrigeradores, automóviles que se cambiaban año tras año. Los norteamericanos de clase media vivían mejor que muchos ricos de América Latina. Y me refiero, claro, al sistema de organización que reinaba en todos los hogares, en los pequeños y en los grandes, en sus ciudades

y campos. Porque los norteamericanos (los americanos y los canadienses) tenían un sentido de hogar muy especial donde solía reinar la madre, es decir, el ama de casa. Sobre la figura de la mujer se había fundado el hogar y era de ella la gran responsabilidad de que imperara no sólo el orden y la limpieza, sino la belleza. Y las revistas de entonces de decoración interior reflejaban ese mundo: sereno, lleno de respeto y mucha paz, donde por lo regular no faltaba Dios, ni la visita a la iglesia los domingos, ni la celebración en familia de cumpleaños, bodas, bautizos y también funerales.

El hogar era el castillo interior donde se refugiaba la familia, y donde el padre y la madre se sentían responsables de la educación de sus hijos, y no sólo la educación escolar, sino la formal: las buenas maneras, la decencia, los valores morales, el respeto a los demás. ¿Que estoy idealizando una época? No, así era entonces en este país, y aunque no voy a tapar el sol con un dedo y a negar que existía el racismo, mayormente en ciertas partes del país, el ritmo de vida de entonces, para pobres y ricos, distaba mucho de lo que vemos hoy: violencia, drogas, asesinos en serie. Y por supuesto, menos divorcios, menos madres solteras, menos jovencitas convertidas a destiempo en madres y sin pareja. Y, claro, existía eso que ya hemos tirado por la borda: la pureza, la conservación de la virginidad en las mujeres, el pudor, el respeto a una institución que hoy día está en pura decadencia: el matrimonio. Hablar de sexo era entonces una grosería, y todavía nadie había descubierto

que había nacido con el sexo equivocado. La sexualidad de cada quien era un tema tabú, que se consideraba asunto muy privado.

Incluso hablar de enfermedades, política o temas escabrosos a la mesa estaba prohibido por las reglas de urbanidad. Porque la hora de la comida era sagrada, y estaba siempre presidida por el padre.

Lo que ha cambiado, para mal, es la desintegración del hogar, la falta de valores esenciales, la muerte espiritual del ama de casa, y la promoción del mal gusto y la grosería, que se instauran

noche a noche en las salas de estar de los hogares de ahora, a través de ese aparato infernal que se llama televisión. Cuando la encendemos, el aire pestilente del mundo entra en el hogar y termina por enfermar a niños y mayores. Lo que vemos es la decadencia absoluta. La violencia de los más fuertes, de los asesinos sueltos en cualquier calle o rincón del mundo. Todo esto aparejado con la ausencia de la madre --y del padre—

del hogar, con la idea de que debemos sostener dos trabajos para prosperar, de que debemos estar más de 12 y 14 horas al día trabajando como bueyes para saciar unas necesidades inventadas mayormente por la publicidad.

Hasta finales de los sesenta existieron en Cuba las escuelas de Maestras Hogaristas, donde las mujeres aprendían a gobernar y organizar ese castillo interior de que les hablo, donde habita la familia. Yo soñaba con inscribirme en esa Escuela y aprender la magia de cómo llevar un hogar, cómo embellecerlo, cómo aprender a hacer los postres más exquisitos y también cómo garantizar el éxito financiero de la familia. Nunca, sin embargo, lo hice y preferí escoger mi vocación de escritora y periodista, sin dejar de añorar siempre el ser la mujer del hermoso delantal que aparece en una de esas revistas que mi padre solía comprar para mí.

Cuando reclamemos nuestro derecho a la vuelta al hogar (sin dejar de ser princesas, ejecutivas, maestras, periodistas, ingenieras o astronautas) habremos comenzado a crea un mundo distinto, cuyos cimientos serán tan fuertes como esos de que habla Mateo 7:24: “ Descendió lluvia y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó porque estaba fundada sobre la roca”.

Nota: Les invito a que me comenten este artículo y me llamen para compartir sus emociones, problemas y sufrimientos. Oraré por ustedes, y si lo desean les hablaré las palabras proféticas que tenga para cada uno. Dios los ama, recuerden.

Llámeme a cualquier hora al (786) 975-5709. O escríbanme a BelkisBell@Aol.com.


sábado, 10 de septiembre de 2011



!SOÑAR, SOÑAR, SOÑAR CON LA FELICIDAD!!!!!

Belkis Cuza Malé

Mi padre, que era un hombre pesimista, siempre me decía que yo tenía "la cabeza en las nubes". Y de seguro no le faltaba razón. Yo era, y soy, una soñadora. Y soy de las que me visualizo donde quiero estar, y teniendo lo que deseo en la vida para mí y los otros. Soy también, la que no se queda cruzada de brazos y acude a Dios consciente de que en El debo depositar todos mis problemas.
Creo, porque lo he experimentado en carne propia, que Dios no sólo hace milagros extraordinarios, sino los de todos los días, sin que tengan que llamarse como tal cuando por ejemplo resolvemos lo que parecía difícil, debido a las circunstacias. Y es que Dios siempre lo veo todo, lo oye todo y sabe de nuestras necesidades.
De soñadora que soy me sueño visitándolos a ustedes todos, mis queridos lectores, o recibié
ndolos en casa, compartiendo sus alegrías y sus dolores, celebrando sus fiestas de cumpleaños, sus casamientos, el nacimiento de sus hijos o la compra de sus casas. Estoy allí, en cada hogar que ha compartido conmigo durante todos estos años en que los conozco o los intuyo, porque a muchos ni siquiera los he visto nunca en persona. Pero, sin duda, soy un poco parte también de la vida de cada uno de ustedes, mis lectores. Así lo siento.
Si les dijera que sueño con la felicidad de seguro pensarían como mi padre --que tengo la cabeza en las nubes--, que la felicidad no existe, que puede que sea un instante de plenitud, pero nada más.
¿Soy una tonta por soñar con la felicidad? Me gustaría que me acompañasen todos en este sueño, que cada uno de mis lectores pudiera sumarse ahora mismo a esta meta: la meta de alcanzar el sueño de la felicidad.
Los pesimistas dirán, reprochándome, lo que consideran es mi peor defecto: la ingenuidad. Que sino soy millonaria, ni joven, ni famosa, ¿cómo voy a aspirar a la felicidad plena? Porque hay gente que se ha hecho la idea de que sólo las celebridades son

felices, de que sólo teniendo dinero se puede ser feliz. Idea que alimenta el demonio en la mente de los que se dejan captar por él.
El dinero es necesario, porque es una energía de cambio, una energías que fluye. Lo es, y debemos saber que buscando primero el Reino de Dios, todas nuestras necesidades estarán cubiertas y más. Y luego dependerá de que en efecto querramos ser millonarios.
Pues bien, hoy también me voy a proponer llegar a ser millonaria, para ayudar a los que necesiten de mí, para abrir mi Centro de Esperanza, aquí en Fort Worth, y en los sitios que Dios decida. Y ustedes comprobarán (quizás algunos con ojos de asombro) que Dios tiene un plan para mí con ese Centro de Esperanza, y en ese plan están incluidos todos ustedes. Mi Centro de Esperanza les llevará la Palabra de Dios a sus oídos, porque como dice Proverbio 4:24: "Hijo mío, acerca tu oído a mi boca, porque mi Palabra es Medicina y Vida para ti". Qué gran verdad!!! Y quiero que esa Palabra de Dios, y todas sus promesas los alimenten, como la cena de cada día en mi Centro de Esperanza, donde sólo habrá amor y amor para todo el que desee visitarme.
Y como les decía más arriba, la felicidad es mi meta, y quiero compartirla con ustedes, y que también aspiren a ella. Pero primero volvamos a Dios, volvamos a su Palabra, volvamos a sus aleluyas, y a los cánticos de alabanza al Señor. Tomemos a Jesucristo de la mano. Preparémosnos para esa felicidad que ya va llegando, sí, y que con Fe, como un grano de mostaza, va
creciendo en nuestro corazón y nos hace ser y sentirnos buenos, nobles, llenos de amor por todos y todo lo que ha creado Dios para nuestro regocijo. Acérquense, acérquense a este Centro de Esperanza que ya he creado en mi mente y en el Internet, y que pronto, si es la voluntad de Dios, será una realidad en el plano material.
Soñar y visualizar es la primera etapa para que el Centro de Esperanza se

convierta en el hogar también de ustedes. Les diré cómo lo veo con mi tercer ojo, el ojo de la mente, el ojo del alma: es un edificio blanco, blanco, con ventanitas y una puerta azul, y delante hay un jardín con un hermoso árbol presidiendo la entrada y muchas flores. Adentro hay salones para orar y cantar al Señor, y libros y cuadros para nutrirnos, y una cocina para elaborar los manjares que serán como el bíblico Maná, que cayó del cielo. Y afuera, al fondo, hay un patio cubierto de fina hierba, y otros árboles, incluso un pecan, y flores también. Y a través de una escalera podemos descender al otro patio, en declive, donde abunda el bambú y otros árboles del Paraíso, y un huerto. La atmósfera será la del Edén, pero sin serpiente. Aquí sólo reinará el Amor y la concordia.
Sé que lo han ido visualizando conmigo en la medida en que leen esto. De modo que me han ayudado ya a creerlo en el plano físico.
Espero pues que me visiten, las puertas del Centro de Esperanza de Belkis estará siempre abierto para ustedes, queridos amigos. Gracias y bendiciones.


Nota: Les invito a que me comenten este artículo y me llamen para compartir sus emociones, problemas y sufrimientos. Oraré por ustedes, y si lo desean les hablaré las palabras proféticas que tenga para cada uno. Dios los ama, recuerden.
Llámeme a cualquier hora al (786) 975-5709. O escríbanme a BelkisBell@Aol.com. Visite también mi página de internet en www.belkiscuzamale.blogspot.com, donde podrán leer todos mis artículos. Gracias y bendiciones.

sábado, 27 de agosto de 2011

Belkis Cuza Malé

Vivimos tiempos difíciles. no necesito decírlo. El cine y la televisión se encargan a diario de recordarnos que el mundo no es lo que era hace ni siquiera dos décadas. El terrorismo y las drogas han minado nuestras vidas. Ya no somos los mismos, habría que decir.
No es nuevo, repito. Jesucristo lo dijo muy claramente que El no era el dueño del mundo, que el dueño del mundo era el Demonio. Y los que sirven a este mundo lo son también. Es decir, la gente que sólo vive pendiente de las cosas materiales, que no tiene una moral firme, que es deshonesta, que ama la intriga, y no le importa engañar y hacer maldades está sirviendo al
Demonio,
a las fuerzas negativas. No es necesario ser un asesino para servir a las fuerzas del mal. Mucha gente le sirve de manera involuntaria, hasta esos que maltratan a los animales, o se pelean constantemente con sus vecinos. Otros, beben, hacen drogas o engañan a su pareja. Todos sirven, de un modo u otro, a las fuerzas del mal.
¿Qué está sucediendo que todo ha cambiado tan súbitamente? ¿Eran mejores las generaciones pasadas? ¿Había más amor en este mundo? Quizás estemos pasando por un período difícil de la humanidad, con demasiado desamor. Desamor hacia nosotros mismos. Desamor a todo lo espiritual y apego a lo material.Tamaño de fuente
Para los que no han vivido la experiencia, les cuento que cuando un país cae bajo la tiranía del comunismo el ciudadano se ve obligado a abrazar la filosofía materialista, a adjurar de Dios y de todos los valores que como occidentales disfrutamos: libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de elegir un presidente. Estas cosas que han formado parte de la civilización brillan por su ausencia en un país comunista. Y Dios se convierte en el primer exiliado, pues lo expulsan del país. y el comunismo, al igual que el fascismo, es un mal del siglo XX, ése que hace poco dejamos atrás.
Estas son las plagas del siglo XX --y también del actual XXI--, que se han cobrado miles y miles de víctimas. Y esa misma falta de amor nos está llevando a la locura, a los divorcios, a las enemistades, al racismo y a cuanta mala energía se despliegue hoy día en las noticias.
El amor comienza por casa, por el respeto y la consideración al otro, por la atención adecuada a los miembros de la familia. Un hogar limpio, donde se sirva la comida a la mesa y se sienten todos a ésta, donde los hijos obedezcan a los padres y los padres
siembren la semilla del amor y el respeto en sus hijos no puede fallar, no puede más que hacer de estas criaturas ciudadanos de primera, es decir, gente amorosa para con ellos y con los demás seres humanos.
La siembra del amor resultará en una cosecha abundante de buenas cosas. El amor es una manifestación en menor escala del que siente Dios por cada uno de sus hijos. Un regalo a los seres humanos que muchos han dejado de apreciar.
Cada día son más los divorcios, que aumentan como plagas en nuestra sociedad. Y son más las familias desintegradas porque la madre trabaja un largo horario, y ya nadie se sienta a la mesa a comer en familia, y hasta el padre ha desaparecido de la escena.
El trabajo se intensifica porque se necesita el dinero para comprar cientos de cosas que luego tirarán a la basura sin compasión, para ir y comprar otros más nuevos, y así hasta el infinito. Esta es la falta de amor hasta por las cosas que tanto trabajo nos costaron obtenerlas, porque todo se desecha por falta de amor. Ya nadie repara nada, ni un radio ni un televisor. Menos un teléfono o una licuadora. A la basura, a la primera dificultad. Y acto seguido nos vamos a la tienda por uno nuevo.
Si la gente no se ama, si no regresamos al amor, si las parejas no se respetan, el mundo se irá en picada, cada día más y más. No sólo no está de moda amarse los unos a los otros, sino amar a Dios. Los creyentes son tildados de la peor manera y lo que reina es la vulgaridad y lo que aumenta son los que desafían las leyes del amor y la convivencia.
Dios es Amor, Dios es luz. Volvamos a Dios, salgamos de las tinieblas antes de que sea demasiado tarde.

Nota: Les invito a que me comenten este artículo y me llamen para compartir sus emociones, problemas y sufrimientos. Oraré por ustedes, y si lo desean les hablaré las palabras proféticas que tenga para cada uno. Dios los ama, recuerden.
Llámeme a cualquier hora al (786) 975-5709. O escríbanme a BelkisBell@Aol.com. . Gracias y bendiciones.