¿ERES UN AGUILA?
Belkis cuza Malé
Una amiga me había escrito esta mañana, y me pareció tan hermosa la
descripción de su estado de ánimo, y tan afín con el mío, que le dije que iba a
citarla en este artículo. Y aquí va. Dice ella:
"Voy caminando como son los dias, que amanece, sale el sol,
nos alumbra, nos da calor, oscurece, sale la luna, nos adormece y damos gracias
por esos alimentos. Me siento como un águila, planeando desde inmensas alturas y
observándolo todo ante este renacer de paz. No podemos vivir dependiendo de que
nos den o dejen de dar, hay que buscar por sí mismo y dejar..."
Leyendo su correo pensé en esa águila que ella mencionaba y en el
Salmo 103, por el que sabemos que Dios puede rejuvenecernos como hace con estos
animales, y también saciarnos de larga vida. Y fui a investigar cómo se
producía ese proceso en las águilas, cómo renacían, y para mi sorpresa encontré
este artículo anónimo sobre los secretos de las águilas, y donde además de
detallar cómo ocurre esa transformación de sus cuerpos, se describe lo que yo
pensaba decirles aquí, y se cita también el Salmo 103. He buscado por todas
partes al autor de esta página de internet, sin resultado. Así que
seguirá siendo anónimo hasta que aparezca quién lo escribió, quizás un ángel,
pero que de seguro vive en un país de lationoámerica. Y como me ha gustado
mucho, y me parece, repito, que expresa todo lo que quería decirles, se los
copio para que lo lean y estudien el mensaje.
Estamos necesitados de transformar nuestras vidas, de arrancarnos
la antigua piel, lo que nos esté impidiendo volar y remontarnos a las alturas,
de modo que podamos ser como esa águila en la que mi amiga dice sentirse plena
ahora. La vida pesa como un fardo si dejamos que el Maligno nos gobierne, si
dejamos que nuestra mente esté cautiva de sus malas vibraciones y energías. Si
esperamos que los demás nos amen para ser felices.
La transformación ha de ser total, no sólo del cuerpo, sino del
espíritu, pues no hay cuerpo que resista un espíritu enfermo, sin la presencia
de Dios. Si el cuerpo se ha dejado atrapar por los vicios, la lascivia, las
drogas, el alcohol y los pecados, Dios estará ausente de ese espíritu.
No quiero seguir la prédica, sino recomendarles que pongan
atención a lo que señala aquí el autor de este artículo, "Los secretos del
aguila", de seguro un cristiano:
"El águila es el ave con mayor longevidad de esas
especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe
tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas están apretadas
y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico
largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están
envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. Volar se hace ya tan difícil!
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un
doloroso proceso de renovación que durara 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.
Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.
Cuando las nuevas uñas a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
Situaciones parecidas nos suceden a lo largo de la vida. Hay momentos en que parece que ya hemos dado en nuestro trabajo, familia, comunidad, todo lo que teníamos. Pareciera como si hubiéramos agotado nuestra creatividad y que ya no tuviésemos mucho que aportar.
Nuestra vida suele verse gris y envejecida. ¡Estamos en un punto de quiebra! O nos transformamos como las águilas o estaremos condenados a morir. La transformación exige, primero, hacer un alto en el camino, tenemos que resguardarnos por algún tiempo. Volar hacia lo alto y comenzar un proceso de renovación.
Solo así podremos desprendernos de esas viejas uñas y plumas para continuar un vuelo de renacimiento y de victoria. Y ¿cuáles son esas plumas y uñas de las que tenemos que desprendernos? Pues, cada uno puede identificarlas fácilmente en sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad, a la falta de ánimo para empezar la lucha.
En otros puede tratarse de resentimientos, complejos, baja o alta autoestima, que nos nublan la vista y la capacidad de ser objetivos con nosotros mismos. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.
Es increíble descubrir en la Biblia, que ya el salmista (1000 a 800 años antes de Cristo) conocía el secreto de las águilas:
"El perdona todas tus culpas y sana todas tus enfermedades. El rescata tu vida de la tumba y te colma de amor y de ternura, sacia de bienes tu existencia, y te rejuveneces como un ÁGUILA". (Salmo 103: 3-5).
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.
Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.
Cuando las nuevas uñas a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
Situaciones parecidas nos suceden a lo largo de la vida. Hay momentos en que parece que ya hemos dado en nuestro trabajo, familia, comunidad, todo lo que teníamos. Pareciera como si hubiéramos agotado nuestra creatividad y que ya no tuviésemos mucho que aportar.
Nuestra vida suele verse gris y envejecida. ¡Estamos en un punto de quiebra! O nos transformamos como las águilas o estaremos condenados a morir. La transformación exige, primero, hacer un alto en el camino, tenemos que resguardarnos por algún tiempo. Volar hacia lo alto y comenzar un proceso de renovación.
Solo así podremos desprendernos de esas viejas uñas y plumas para continuar un vuelo de renacimiento y de victoria. Y ¿cuáles son esas plumas y uñas de las que tenemos que desprendernos? Pues, cada uno puede identificarlas fácilmente en sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad, a la falta de ánimo para empezar la lucha.
En otros puede tratarse de resentimientos, complejos, baja o alta autoestima, que nos nublan la vista y la capacidad de ser objetivos con nosotros mismos. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.
Es increíble descubrir en la Biblia, que ya el salmista (1000 a 800 años antes de Cristo) conocía el secreto de las águilas:
"El perdona todas tus culpas y sana todas tus enfermedades. El rescata tu vida de la tumba y te colma de amor y de ternura, sacia de bienes tu existencia, y te rejuveneces como un ÁGUILA". (Salmo 103: 3-5).
Ne gustaría invitarlos a que se sumen a este proceso
de cambio, que me sigan en mi deseo de aprender del águila a renacer en Cristo,
a ser una persona distinta, llena de amor por lo que Dios nos ha dado,
agradecidos por sus bondades. Porque Dios, como dice el Salmista, está dispuesto
a rejuvenecernos, física y espiritualmente.
Yo quiero ser un águila: ¿Y usted?
Nota: Si
necesitan ayuda con sus problemas, si están deprimidos, faltos de amor, solos,
sin trabajo y
esperanza, por favor, comuníquense conmigo a cualquier hora al (786)
975-5709 y oraré con ustedes. Y les daré Palabra de
Profecía. O enviénme un mensaje a BelkisBell@Aol.com. Con Dios todo es
posible.